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EL MONSTRUO DEL ESPAGUETI VOLADOR. SOY UN CONVERSO MÁS

EL MONSTRUO DEL ESPAGUETI VOLADOR. SOY UN CONVERSO MÁS Lo que comenzó siendo una broma entre amigos se ha convertido, gracias a Internet, en un pequeño movimiento popular. Un grupo de universitarios estadounidenses ha elaborado una tesis que basa el inicio de la vida en la existencia de un ser superior con cuerpo de fideos –como los de la sopa. Suena absurdo, evidentemente. Pero sus autores creen que si la comunidad científica termina dando validez a las teorías religiosas, los libros de texto podrían llenarse de explicaciones sobre el universo tan disparatadas como la suya. Fieles, al menos en Internet, no les faltan.

Todo empezó en junio. Un estudiante de Física estadounidense envió una carta abierta al consejo escolar de la Universidad de Kansas en la que aseguraba que el universo había sido creado por un ser llamado el “monstruo del espagueti volador”. En la irónica misiva se instaba al rectorado de este centro a que los planes de estudios incluyeran la enseñanza de esta nueva teoría “científica”.

Podía haberse quedado en una simple (y cómica) anécdota. Pero las redes de Internet y el tirón de un divertido merchandising ayudaron a que el fenómeno se extendiera rápidamente por las universidades de EEUU. En pocas semanas, cientos de seguidores de este nuevo culto, el pastafarismo, hicieron lo mismo en sus respectivos centros.

Con la camiseta del monstruo como bandera, exigen que su teoría sobre el origen del universo obtenga el mismo rango que las teorías religiosas que dicen que Dios creó el mundo. A fin de cuentas –explican- ambas premisas están basadas en la fe.

Los pastafaris entran en el debate nacional

Es, en realidad, parte del debate que más voces está levantando en el sector educativo de EEUU. ¿Se debe enseñar en las escuelas la teoría del “diseño inteligente”, que niega el darwinismo y basa la vida humana en la existencia de Dios? Los conservadores quieren que se incluya en el currículum de las ciencias, pero la mayoría de los científicos opinan que eso sería impartir la religión como una ciencia, algo que no es.

Los orígenes de esta discusión se remontan a los años 80. Hasta entonces, muchas escuelas habían impartido en sus aulas únicamente la visión teocéntrica del origen del universo. Pero los tribunales federales empezaron a obligar a los colegios a que al menos dedicaran el mismo tiempo a las teorías evolucionistas. Algunos grupos religiosos se revelaron, pero lo cierto es que las tesis darwinistas terminaron por imponerse completamente.


Ahora, al menos 20 estados federales discuten sobre la conveniencia de incluir el “diseño inteligente” en el temario de los colegios. Muchos grupos y asociaciones se han unido a la discusión, aunque ninguno lo ha hecho con tanto sarcasmo y buen humor como el grupo de los pastafaris.

Tal vez de ahí venga su tirón.


“Hay pruebas escritas”

“Permítanme que les recuerde que hay varias teorías alrededor del Diseño Inteligente. Entre ellas, la del Monstruo del Espagueti Volador (…) Fue él quien creó el universo. Ninguno de nosotros estuvo ahí para verlo, pero hay pruebas escritas sobre Su poder”.

Así arranca la carta que han enviado cientos de miembros de la “Iglesia del Monstruo Volador del Espagueti” a las instituciones educativas de varios estados federales. Sus firmantes exigen que se conceda igual rango que a las teorías creacionistas.

Dicen que los conservadores hablan de un ‘Creador’ y ellos de un ser compuesto de fideos. Que cambian los protagonistas, pero que los fundamentos son los mismos.


¿Y si el Creador estuviera compuesto por espaguetis?

Es, según han explicado, el Diseño Inteligente llevado al absurdo. “No tengo problemas con la religión. Lo que me molesta es que se venda la religión como una ciencia”, explica Bobby Henderson, el iniciador de este movimiento. “Está bien que enseñen el creacionismo en los colegios, pero no como parte de la asignatura de ciencias. La ciencia es el estudio de fenómenos naturales y observables”.

El debate sobre el Diseño Inteligente lleva tiempo sobre la mesa, pero en las últimas semanas ha cobrado especial fuerza, sobre todo desde que George Bush se mostrara partidario de que esta teoría –apoyada por los conservadores- llegue a las aulas estadounidenses.

La publicación de la “Teoría del Monstruo del Espagueti Volador” también ha contribuido a animar la discusión. En los foros, partidarios y detractores defienden sus tesis e incluso hacen apuestas:

“Doy 25.000 dólares a la persona que pueda probar empíricamente la teoría de la evolución”, reta una internauta a los autores del blog Boing Boing. La respuesta no se ha hecho esperar: “Nosotros daremos un millón de dólares a la persona que pueda probar empíricamente que Jesús no es el hijo del Monstruo del Espagueti Volador”.


Un “culto” que crece en Internet

Enseñar divirtiendo. La “Teoría del Monstruo del Espagueti Volador” ha seguido esta premisa, y lo cierto es que le ha funcionado. La imagen de ese bicho enmarañado se ha convertido en el icono de los opositores del Diseño Inteligente, un hecho al que notablemente han contribuido los productos de la colección de merchandising (el dibujo no era el fuerte del autor, pero con todo el diseño final ha calado).

Ahora, y con estas simpáticas anécdotas de fondo, habrá que esperar a la justicia de los Estados implicados, sobre la que recae la decisión de juzgar si la enseñanza del creacionismo en las escuelas estadounidenses es constitucional o no.

Y si al final el Diseño Inteligente recibe la denominación científica, quedará entonces por ver si la ironía del espagueti emprende su propia batalla legal para abrirse hueco entre las páginas de los libros de texto.

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